.

.

domingo, 12 de julio de 2015

La historia de D.

Nunca he podido sacarme a este chico de la cabeza.
Hace siete años lo conocí y desde ese momento estuve enamorada de él. Verdadera y únicamente de él.
Aún lo estoy. Y aún sigo soñando con el día en el que me invite a tomar algo, salgamos a pasear tomados de la mano, estemos abrazados a la hora de la siesta, mirando una película y besándonos como si el tiempo no pudiese acabarse. Creo que es el chico con el que más cosas soñé que podríamos hacer juntos. Sigo creyendo que en algún momento volverá a mi vida y lo estoy esperando con muchas ansias.
Pasamos juntos cuatros años en la secundaria, nos sentábamos casi siempre juntos, jugábamos a cualquier cosa en clase, hacíamos todos los trabajos prácticos, entregas y exámenes juntos. Fotocopiaba todas mis carpetas porque no tomaba ni un solo apunte. Pero nunca me hacía sentir usada. Al principio pensé que era porque yo estaba tan enamorada de él que no podía notarlo, pero después me di cuenta que tenía una manera especial de tratarme. Estaba perdidamente enamorada de él, cada año lo quería más y lo extrañaba más durante el verano. Sin embargo, nunca hablábamos fuera del colegio. Siempre he sido una chica bastante tímida e insegura y él, por el contrario, muy extrovertido. Era el payaso de la clase, el gracioso, el infantil que se la pasaba haciendo chistes. Cada vez que me hablaba, lo miraba a los ojos y juro que me perdía en su mirada, no podía escuchar una sola palabra de lo que decía. Muy pocas veces me ha pasado eso con una persona. Teníamos una relación muy especial. Realmente era todo el día juntos, pero no significaba que fuese muy amiga suya. Era extraño. Me regalaba chocolates y recuerdo que no los abría para poder recordarlo cuando no lo tenía cerca. Siempre teníamos una excusa suficientemente buena o una apuesta para que perdiera y me entregara mi premio.
Recuerdo uno de los momentos más humillantes en toda mi vida hasta ahora. Habíamos quedado con mi curso para hacer una fiesta en la casa de una amiga porque sus padres se habían ido de vacaciones. Tenía para aquel entonces 16 años y me había puesto tan en pedo que comencé a decir un montón de cosas de las que me arrepentí hasta haber terminado el secundario. Básicamente le conté a todo el curso que estaba enamorada de D. pero que estaba triste porque él nunca se fijaría en el alguien como yo, porque era horrible, estudiosa, gorda y que él sólo me quería como amiga, que nunca podríamos llegar a ser novios y que estaba verdaderamente muy angustiada. Todo esto entre lágrimas y tratando de ser contenida por mis mejores amigas, pero ninguna de ellas pudo evitar que cerrara la boca. Así fue como durante un tiempo (como medio año) corté toda posible relación que pudiera tener con él, pero sin embargo D. lograba hacerme sentirme bien y olvidarme de este episodio.

Ya con el paso del tiempo salimos más seguido, pero nunca tuve oportunidad de estar con él. Siempre prefería a otras chicas, tal vez algunas con las que no tuviese que compartir el curso, pero me hacía sentir tan triste y despreciada...

Recuerdo otra noche en la que también me había empedado, pero en esta ocación en un boliche y me había agarrado el sueño. Estaba en un sillón con un compañero que me estaba cuidando o más bien asegurándose que no vomitara o siguiera tomando (en su defecto) cuando de repente apareció D. y preguntó qué había ocurrido conmigo. Ahí fue cuando él le pidió a mi compañero que lo dejara a él encargarse de mí. Y me abrazó todo lo que restaba de la noche, haciendome caricias en la pierna. Aprovechando el momento más lindo que pudiese haber imaginado con él, me acosté en su regazo y disfruté el tiempo pasar con él a mi lado. Nunca me había sentido más feliz. Sigo recordando ese momento con tantos detalles, tan vívidamente, que se me estremece el cuerpo de sólo verlo en mi mente.

Y así pasé mis años estando enamorada por sutiles momentos como aquellos. Hasta que llegó la fiesta de egresados y bajo los efectos de nuestro querido amigo el alcohol y sin mucha vergüenza disfruté de sus labios y caricias por mucho tiempo durante todo el viaje en trencito. En la previa no me había detenido a pensar mucho en él, estaba contenta bailando, tomando y saltando con mucha energía trando de hacer eso de "disfrutar el momento". Apenas me hube acomodado sin mucha destreza en un asiento del trencito y tratando de evitar los besos de un compañero que (enterándome más tarde) estaba enamorado de mí, lo vi a D. sonriéndome y cruzamos una mirada de complicidad que todavía está marcada en mi mente. Lo demás fue puro amor por mucho tiempo. En el trencito fuimos él y yo, yo y él por siempre. Imposible volver el tiempo atrás, pero cada vez que me voy a dormir, trato y trato. El tiempo me dio la razón y todo nuestro curso también. Éramos el uno para el otro. Sin embargo, nuestra timidez pudo más y no hablamos mucho más hasta que terminó el año. Por aquél momento me sentía realizada, estuve sonriente por mucho tiempo, pero poco a poco el hechizo se estaba desvaneciendo y me daba cuenta que nuestra secundaria se terminaba y que eso había sido todo. Nunca me lo pude sacar de la cabeza, no pasaba un día en el que no pensara en él y lo deseara tanto como aquella noche.

Nos volvimos a reencontrar medio año más tarde en un cumpleaños de una amiga en común, pero sólo cruzamos un "hola" a la distancia con una sonrisa. Fui feliz con muy poco. Y una semana se tardó en escribirme:
- El otro día estaba re mal... Pero sabe que me quede con ganas de vos...
- Ey D. cómo estás? Cómo con ganas de mí?
- Sí, con ganas de vos, de verte
- Jaja, pero si me viste!
- De "verte" bobis
- Mmm desconfío de tus palabras
- Jaja, no deberías
- Es que es raro, no sé, me lo decís así de la nada
Y media hora más tarde agregó:
- Te lo decía posta así que si andas con ganas de vernos avisame y nos vemos

Esto fue hace tres años. Nunca nos vimos de nuevo. Supe que se puso de novio, pero como no actualiza casi nada en ninguna red social, poco sé de su vida.

Hace una semana me agregó al snapchat. Y la sonrisa la tengo pintada en la cara desde ese día. Me mandó un video donde aparecía manejando y cantando a todo volumen en su auto. Está tan hermoso. Me hizo recordar tantas cosas. No sé que hacer, le mandé un par de fotos, pero no hablamos verdaderamente y hace como cuatro días que no manda nada, pero es el primero en ver mi historia por el snapchat. Ahora no sé si está de novio o no. No sé que hacer, volví a tener 16 de nuevo. Me tiene loca. En serio.

jueves, 25 de junio de 2015

Me estoy creando un problema?

Otra vez, y como para variar, salió como tema de conversación en la cena familiar mi peso. Creo que es algo que les divierte mucho, pero lo que a mí más me divierte es ver como todos opinan y yo me quedo mirándolos de un lado al otro de la mesa.
-"No, porque yo pienso que lo que siente Laura es que...",
-"Pará nena! Vos no viste que Laura hace tal y cual cosa? Ella siente que..."
-"Yo considero que tiene que ver un psicólogo"
-"Para mí que no tiene ganas de hacer el esfuerzo y por eso come chocolates, es más fácil"
-"Pero pará... hace seis años que viene haciendo lo mismo... Es medio raro"
-"Bueno, ella es así. Todos tenemos problemas che!"
-"Sí, pero no todos tenemos ESE problema"
Dejando de lado la ironía, claro que los miraba y escuchaba con mucha atención! Pero en vez de sonrisas de diversión, en mi cara, me caían las lágrimas. Y no es que me la jugaba de víctima, no me gusta que me tengan lástima, pero es que esto ya me supera. Por un lado no hago el más mínimo esfuerzo para que esto se termine, y por el otro desearía ponerle fin definitivo de una vez por todas. "Sabemos que Laura es capaz de hacer cualquier cosa que se proponga". Gracias chicos por creer en mí, en verdad lo digo. Pero a veces me pregunto si realmente tengo un problema o no. Acaso no me estoy inventando todo eso? No sería más fácil dejar de comer chocolates y papas fritas si sé que eso me hace mal y listo? Qué es lo que hace que esto sea tan complicado para mí? No puedo despertarme a la mañana y decir "desayuno esto, ahora almuerzo tal cosa y cenaré tal otra"? Qué sucede en el medio que se genera una traba que no me permite avanzar? Mi viejo le tiene terror a la palabra psicólogo y "no, mi amor, por favor no le digas eso a la nena que va a pensar que tiene un trastorno y que está loca". Desde cuando tener un problema me convertiría en loca? Y, peor aún, por qué no podría yo aceptar que tengo un problema si veo que algo no está yendo bien? Igual les digo, no me gusta para nada la idea de ir a un psicólogo. Ya fui a una un par de veces: lo único que hacía era llorar... y lloraba mucho. Eso de revolver la mierda de uno no me gusta nada. Por eso a veces creo que todo esto es un juego muy estúpido que me está comiendo la cabeza y no me deja pensar en cosas importantes o que de verdad tienen valor para mí. Por qué debería ponerle un nombre a este problema? Si es que existe alguno... Por un lado, estaría muy ciega si pienso que no tengo uno, pero por otro, tal vez le presto demasiada atención, una que no se merece y eso me lleva a inventar cosas que podrían resolverse fácilmente. No querés ser gorda? No comas. Listo, ya está, punto y aparte, viví tu vida, sé feliz. Qué es eso que no me deja serlo? Qué hay ahí que me pide más, más y más. Consume mis energías, mis horas de sueño, mi concentración, mis ánimos. Basta, basta de una vez por todas de tanta mierda, no quiero tener un problema de por vida.